LO NO RESUELTO…

Carl Jung acuñó, en una frase, una clave importante de la vida: «Lo no resuelto regresa en forma de destino». Y, aunque él lo refería a la biografía de una persona, es un saber también aplicable a la historia familiar: aquello que nuestros ancestros han dejado pendiente sin solución, hoy a nosotros nos encomiendan saldar. Y, con frecuencia, esa deuda se paga de un modo cruel, bajo la forma de enfernedad.

¿Cual será la naturaleza de la negrura del abismo del ayer ancestral que, en esta generación, necesita el extremo de la esquizofrenia para representarla? Algo muy siniestro se hizo o se sufrió, en ese entonces, que ahora no alcanza con el precio de la personalidad quebrada y la identidad vaciada. Hay que agregar, a todo el daño, el alma secuestrada. Y, no es una metafora. Como ejemplo, es curioso como el esquizofrénico aprieta sus labios, casi en una mueca. Es cierto que los labios son materialidad, pero el gesto que asumen esta cargado de un grito de espiritualidad atrapada.

De todos modos, ¿Cual es la fuerza que secuestra el alma? ¿Cual es la razón que la alienta para llevar a cabo tal acto? Hay una suerte de maldad en la gestión del secuestro de esa alma que, en parte, es un chantaje para disciplinar al resto y, al mismo tiempo, la expiación de un castigo. Todos los componentes de la esquizofrenia delatan la escena original ancestral que este padecer relata. Solo es necesario saber leer lo que ellos revelan. Hay que aprender, además, como ocurre en las tragedias griegas, a mirar no solo los actores principales, sino el coro, que aqui esta representado por el resto de los miembros de la familia. Alli residen muchas cifras para comprender lo que esta sucediendo y lo que en el hoy trae el pasado, encubierto como padecer en «uno» y disfrazado como salud en todos los demás de la familia.

Así, la actitud de los «sanos» hacia el que sufre forma parte de las actitudes que los otros ancestrales tuvieron ante el horror gestador, del mal del pasado, que se ha hecho esquizofrenia en este tramo de la historia de una genealogía. ¿Fueron testigos silenciosos, complices, instigadores, autores, victimas o perpretadores? Si esta verdad no se reconoce, si no se valida lo que esta configuración expresa y si no hay reconcilación desde el amor, con ella y entre quienes hoy la están nombrando calladamente, entonces, a quien padece esquizofrenia se le reduce su margen de posibilidad de cura. Resucitar los ordenes de la realidad, asesinados generación tras generación para mantener silenciado un secreto, y encarnarlos en el todo familiar, es la esperanza que queda.

Después de todo «Vivir cargando la historia familiar nos impide avanzar con soltura. Honrando la historia dejándola donde pertenece, puedes caminar libre de culpas.» (Mike Aryan). Pero, ese nunca es un acto solitario e individual.

El trauma no lo fué, la cura tampoco lo será. Tanto los ordenes del amor como los de realidad son red, vinculos. Los primeros una red que va de la dependencia al amor leal, pasando por todas las variedades de apego, colaboración y competencia. Los segundos, redes de libertad, reparación y amor evolutivo. Los primeros enseñan imperativos, destino, grupabilidad. Los segundos, eleccion responsable, compromiso fraternal, nostridad.

Sujey y Eduardo

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